Ética, Política y Dignidad
El dilema que Weber plantea es grave, da a entender que la actividad política se hace incompatible con la ética. Parece, según Weber, que si queremos obrar conforme a principios éticos hemos de abstenernos de participar en política. Parece que al político no le queda otro remedio que optar por ser fiel a sus convicciones éticas o dejarlas de lado y atender a las responsabilidades políticas que no siempre serán compatibles con sus principios éticos. La radical oposición que se establece entre principios (Ética) y consecuencias (Política) suele resolverse renunciando a la acción política que, desprestigiada como “pragmatismo más o menos cínico”, deja las decisiones en manos de otros, que estén dispuestos a “MANCHARSE LAS MANOS”.
No obstante, la disertación de Weber no acaba en ese divorcio total entre la Ética y la Política que ya propuso en su día Maquiavelo. Weber acaba elogiando al político “maduro”, el que abdica de la política cuando el conste que ésta le pide es excesivo para sus convicciones éticas. El “político maduro” es el político para quien la última palabra la tiene la Ética y no la Política. Es, con palabras de Weber, “el que siente realmente y con toda su alma esta responsabilidad por las consecuencias y actúa conforme a una ética de la responsabilidad, y que al llegar a un cierto momento dice ‘no puedo hacer otra cosa, aquí me detengo’. Esto sí es algo auténticamente humano y esto sí cala hondo. Esta situación puede, en efecto, presentársenos en cualquier momento a cualquiera de nosotros que no esté muerto interiormente. Desde este punto de vista, la ética de la responsabilidad y la ética de la convicción no son términos absolutamente opuestos, sino elementos complementarios que han de concurrir para formar al hombre auténtico. Al hombre que PUEDE tener ‘vocación política’ “.
Parece claro que tiene que haber cierta distancia entre la Ética y la Política pero no pueden estar totalmente separadas como pretendía Maquiavelo y pretenden hoy muchos de nuestros políticos cuando pasan de la oposición al gobierno. Es cierto que el político debe guiarse por la ética de la responsabilidad, es decir, debe tener en cuenta las consecuencias de las acciones. No podemos olvidar que al político no le está permitido proclamar el “hágase justicia y que se hunda el mundo” porque el político ha de responsabilizarse de la salvación del mundo por miserable que el mundo sea. Pero, señoras y señores políticos, existe un límite en el que deben ser los principios éticos (si de verdad se tienen) los que nos obliguen a plantarnos y decir: ¡Hasta aquí he llegado, pero de aquí ya no puedo pasar!
En mi modesta opinión, no todo vale, ni en política ni en otros muchos ámbitos de la vida. Por encima de los intereses económicos y del rédito electoral están ciertos valores que, como su nombre indica, tienen valor pero no precio. Sin Ética la Política se deshumaniza y nos convierte en depredadores, ¿es lo que queremos?
Un saludo, Montse.
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