lunes, 31 de marzo de 2014

La “izquierda migroadicta” - y sus enemigos -

por Diego Taboada Varela
Miércoles, 26 de Marzo de 2014 04:13
  • tamaño fuente reducir tamaño fuente aumentar tamaño fuente 
  •  
La “izquierda migroadicta”  - y sus enemigos -
hay sujetos que tienen la capacidad y las herramientas para entender este mundo y para movilizarse sin que hayan pasado por un proceso clásico previo de "pedagogía socialista". Yo, particularmente, me siento cómodo con ellos.

                                                                                                                                         La “izquierda migroadicta”  - y sus enemigos -
A Jonatham Moriche
Nací el 2 de Febrero de 1979 en Galicia y, como quien dice, ya tenía un pasaporte bajo el brazo : en menos de un año mis padres ya estaban cambiándome los pañales en Suiza. Confieso no haber sufrido nunca enfermedades raras, ni siquiera la migroadicción, que no tengo muy claro si es síntoma o causa de algo – más bien, es una condición social y existencial - pero que sí sé que es el último diagnóstico científico que se ha sacado Jorge Verstrynge de la chistera para referenciar a quienes no comparten – yo, entre ellos – las consecuencias prácticas y los fundamentos éticos y antropológicos de sus análisis migrantológicos.
Además de migroadicciones prescritas por personas que no conozco de nada ni conocen de nada de mi historia de vida, creo que sufro también de otros incorregibles males, y uno de ellos, yo creo, es muy fácil de colgármelo : soy un ortoadicto de la Justicia y las libertades civiles. Es decir, siento una irrefrenable afinidad por cualquier ortodoxia teórica o práctica que sirva realmente para hacer más felices y plenas a las comunidades humanas.
Precisamente por ello, porque sufro de esta adicción, suelo agradecer de vez en cuando las sesiones de risoterapia que me brinda Pablo Iglesias cuando recalca que no hace falta ser ni de izquierdas ni de derechas– sino todo lo contrario – para restablecer un orden democrático que nunca ha existido y cuya sustantividad, contenido real, contrato social implícito o letra pequeña, por decirlo más claramente, desconozco todavía. Y menos aún cuando trata de formalizarse desde espacios tan poco proclives al debate como la ruidosa fábrica del tertulianismo mediático-político de España.
Ni por Verstrynge ni por Pablo tengo algún tipo de antipatía personal. Simplemente, del primero no comparto en absoluto los fundamentos éticos y antropológicos de sus propuestas en materia migratoria, y del segundo no comparto el latiguillo mental – y afectivo – con el que me ha sorprendido últimamente. Debo admitir, sinceramente, que no me lo esperaba.
Bien, reconozco que puede resultar desconcertante lo que digo pero, para mí, toda tradición de pensamiento, desde la más emancipadora hasta la más reaccionaria, admite diversidad y pluralismo interpretativo, sobre todo porque germinan de y entre los hombres, y no en un más allá sociológico, y sobre todo porque chocanentre ellas y reaccionan entre ellas, intercambiándose muchas veces el rol de subalternidad y hegemonía. De lo contrario, digo yo, no es de experiencias huamanas o tradiciones vivas de pensamiento de lo que estaríamos hablando, sino de féretros mentales.
Dicho esto, me atrevo a decir que la tradición de pensamiento de la izquierda occidental, desde la primera socialdemocracia – con un documentado pasado de justificación de políticas belicistas -, hasta la tradición ácrata/libertaria – con un documentado pasado de nihilista violencia clandestina -, hasta la tradición social-comunista – no hace falta recordar, tampoco, ni la nihilista violencia clandestina ni la violencia institucionalizada que tiene a sus espaldas – está preñadísima de violencia. Difícil no estarlo cuando uno no tiene más margen para jugar al juego del gato capitalista y el ratón revolucionario que las reglas y la superioridad tecnológica y armamentística del primero. O dicho de otro modo : es difícil, sino imposible, responder con caricias y sutilezas verbales a un sistema que nos ha obligado, obliga, y seguramente, nos obligará, como colectividad, a enfurecernos y responder violentamente a las múltiples clases de violencia, directa e indirecta, que ha materializado y materializa el capitalismo de ayer, de hoy y, con toda seguridad, el de mañana.
A priori, claro, a nadie nos agrada, ni reflexionar sobre la naturaleza de la violencia como una realidad estructural, profunda, latente y manifiesta al mismo tiempo, ni mucho menos reflexionar sobre qué hacer con ella y, sobre todo, cómo defendernos de ella. Pero a posteriori, y cayendo en la cuenta de que ésta, la violencia – de género, clase, racial, cultural.. etc -, es el ADN de la civilización en la que estamos sumergidos, resulta sospechoso que en los partidos políticos que se dicen de izquierdas no haya casi nunca algo parecido a unaagenda política que se proponga hacerle frente de algún modo; nada de esto tiene Podemos, a no ser las ya clásicas declaraciones de pacifismo perfumado, y por ello, porque no tiene esta agenda, estando como estamos literalmente absorbidos por una política penal que da rienda suelta y justificación retórica al racismo, al clasismo, al sexismo, a la homofobia y a la islamofobia institucionalizadas, considero que Podemos hace mal presentándose con el clásico latiguillo de que no somos de izquierdas, ni de derechas – sino de extremo-centro -.
Bien; a pesar de reconocer que el pensamiento político-práctico de la izquierda occidental está preñadísimo de violencia – lo cual debería motivar a pacifistas y feministas militantes a limpiar, por así decirlo, toda la mierdecilla que arrastra -, desde un punto de vista formal, retórico, no es difícil inferir que tanto la tradición socialdemócrata como la tradición social-comunista y ácrata… han recalcado siempre que la democracia formal es una quimera mientras las condiciones de existencia de sus ciudadanos les impida el poder desarrollar autónomamente lo que sus constituciones prometen y dicen garantizar. Y han recalcado, también, que la expansión sin freno de algunos derechos individuales, en el ámbito económico en concreto, debería estar sujeta a límites, regulaciones e incluso expropiaciones para uso social por parte de los poderes públicos, ya actúen éstos como gobiernos, como estados o como representantes sociales e institucionales de ciertoespíritu constitucional, tenga este el contenido normativo que tenga.
Puede haber, y de hecho, hay, desencuentros muy serios a la hora de reflexionar sobre dos cuestiones clave : el qué hacer - y cómo - con la violencia generacional y estructural transmitida por nuestras sociedades tradicionales – ejército, fuerzas de seguridad - y el qué hacer - y cómo - con el poder institucionalizado – estado -. De todos modos, tendríamos que ser honestos y reconocer que las heterodoxias posibles dentro de la ortodoxia del pensamiento emancipador/libertario no es tanto una cuestión de afinidad filosófico-política o ética como una cuestión meramente estratégica y práctica, y aquí, con realistas geopolíticos hemos topado, lo cual, me agrada, porque una izquierda sin realismo geo-político, por muy ética que se pretenda en sus intenciones, es un rotundo fracaso en el escenario internacional.
Hablando claro : la ortodoxia filosófica, por así decirlo, no es mala, si no impide el practicar las heterodoxias de orden pragmático que impulsa. Al fin y al cabo, somos bichos que aprenden por ensayo-error cuando proyectan lo que piensan a sus brazos, y erramos porque, además, tenemos un corazoncito que media entre la sesera y las extremidades. Pero aquí, precisamente, es donde quiero pararme, porque, por muy post-moderna y de mercado que sea una dictadura como la que sufrimos ahora, con su industria cultural y del ocio que tanto gusta analizar a semióticos y especialistas en cultural studies, con sus medios de comunicación/información totalmente corporativizados, controlados por mecanismos de mercado y gobiernos autoritarios con sus clásicas mayorías absolutas, esto no lo cambiaremos entre todos partiendo de la actitud vital de no ser de izquierdas ni de derechas. Esto sólo lo cambiaremos si hacemos el socialismo deseable como civilizatio a los ciudadanos. Y hacerlo deseable pasa por transmitir reflexión, información y pedagogía social a - pero sobre todo con -las comunidades desposeídas en los múltiples archipiélagos de miseria del capitalismo contemporáneo. Creo que esta política cultural y científica es todo lo contrario al marketing político efectista de urgencia electoral y a la propaganda encubierta con códigos amables. Conozco muy bien estos métodos porque he trabajado con ellos y los he visto y sufrido desde dentro : son pura violencia simbólica.
Conviene decirlo claramente : un sujeto que no es de izquierdas ni de derechas, sino todo lo contrario, es un sujeto amnésico y desmemoriado que parece no reflexionar sobre el hecho de que nunca ha existido unaderecha democrática, ni en España ni en el resto del mundo. Que parece no reflexionar sobre el hecho de que, al igual que las alternativas de izquierda, esta supuesta derecha democrática, de haber existido en España – lo cual es falso -, no ha podido nunca como élite exorcizar el franquismo cultural y judicial en el que se ha educado, al igual que en otros países del mundo las sacrosantas derechas democráticas, como élite, tampoco han podido exorcizar el clasismo, el racismo y el sexismo en su cultura cotidiana y en sus sistemas judiciales y carcelarios.
Además, por muy democrática que esta derecha se desease a sí misma en la transición, la realidad pura y dura, a día de hoy, nos presenta un escenario en el que sus herederos ideológicos siguen protagonizando, combinadamente, tanto en el centro como en la periferia geográfica del estado español, una política austeritaria, social y penalmente represiva, de una violencia sin parangón, y todo ello situándose en un panorama geopolítico de total aceptación de la violentísima política exterior, energética y militar del Atlantismo europeísta.
En fin, creo que tenemos razones, hechos y motivos de sobra para concluir que el nacionalcatolicismo y el unitarismo centralista español son una y la misma cosa y van juntitos, y que no han perdido ni un gramito de su fuerza moral y cultural en buena parte de la sociedad civil española y del sistema bipartidista. Creo que tenemos, también, hechos y motivos de sobra como para concluir que la ortodoxia neoliberal, con sus racistas, sexistas, clasistas, homófobas e islamofóbicas expresiones, tampoco. No es, ni mucho menos, esperanzador, recordar lo siguiente, a saber : que en tiempos en los que la izquierda no sabe aún cómo cabalgar entre loviejo que persiste en su traditio cultural y lo nuevo que no puede presumir de haber roto totalmente con ella – al menos, a efectos prácticos -, la extrema-derecha política sí sabe muy bien lo que tiene que hacer y cómo : no renuncia ni a los viejos símbolos e instituciones de sus muy nacional católicos inspiradores y aprende, al mismo tiempo, de las nuevas ortodoxias de gestión político-económica que les han enseñado a aplicar religiosamente en el espacio euro-americano.
Precisamente porque la derecha política, no sólo la centralista y unitaria, sabe muy bien integrar funcionalmente sus ortodoxias espirituales, por así decirlo, con sus ortodoxias metodológicas, aprendiendo incluso a integrar las nuevas que sirvan clara y eficientemente a sus intereses – marketing político, organización en red de recursos humanos, think tanks, centros concertados de formación técnica … -; precisamente por esto es porque suele asestar severas y merecidas palizas electorales a la izquierda, tanto la nominal, tonteando aún a día de hoy con terceras vías y capitalismos verdes, como la real, incapaz de convivir en paz con su clásica y vieja ortodoxia para tejer un lenguaje y un programa común de ruptura sistémica con el modelo ultraliberal de desarrollo, un modelo cuya descomunal violencia desgarra todo a su paso : desde la naturaleza hasta el cuerpo de la mujer, del otro no-nacional, del otro disidente y de las bases materiales de existencia de cualquier comunidad humana.
Creo, sinceramente, que integrar los contenidos normativos de los derechos humanos en todos los ámbitos de lo social a los contenidos críticos de los movimientos sociales es una tarea de urgentísima necesidad sino queremos que esta civilizatio nos des-integre aún más como sujetos y como sociedad humana. ¿ Tiene sentido, a día de hoy, debatir sobre los aciertos y errores de Lenin, de Marx, de Gramsci, de Simone Weill, de Walter Benjamin, de Manuel Sacristán, de Aranguren.. etc ?. Sí, claro que lo tiene, pero sin leerlos a la luz de los contenidos críticos de los movimientos sociales y sin una orientación ética que sepa mirar más allá, sin escapismos, de las comunidades nacionales, la inspiración que puedan brindarnos estas referencias no serviría de mucho.
Además, conviene reconocerlo : hay sujetos que tienen la capacidad y las herramientas para entender este mundo y para movilizarse sin que hayan pasado por un proceso clásico previo de pedagogía socialista. Yo, particularmente, me siento cómodo con ellos, mucho más de lo que me he sentido con todos aquellos intelectuales y militantes que han tratado de prescribirme lecturas e interpretaciones canónicas. Hay más cera que la que arde en el canon occidental del pensamiento libertario.
Por mi parte, tengo que decir que me he liberado, tanto de las angustias de ortodoxos contra heterodoxos de izquierdas, y viceversa, como de las angustias de clásicos contra post-modernos de izquierdas, y viceversa, como del no somos ni de izquierdas ni de derechas – sino de extremo-centro, supongo -, como de las fobias de Jorge Verstrynge contra la izquierda migroadicta, y viceversa. Luchar por la paz, las libertades civiles y la justicia social sólo es posible con una convicción afectiva que busca sus propias armas para entender, organizar y actuar en beneficio de quienes necesitan que los derechos humanos sean algo más que papel de burocracia o instrumento de justificación de viejos y nuevos proyectos de dominación colonial.
Esto último es, para mí, ser de izquierdas, y me temo que todo lo contrario, no nos lleva a otro lugar que a la re-existencia de la barbarie bajo formas más o menos viejas, o más o menos nuevas. Lo confieso : a mí me gusta formar parte de la izquierda migroadicta, tanto geográfica como mentalmente, por la sencilla razón de que siempre encuentra puntos de fuga para reinventar la emancipación sin quemar las semillas de su tradición.
Ultima modificacion el Miércoles, 26 de Marzo de 2014 11:17

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ella es.

Marga Canalejo     Ella es, ante todo y sobre todo una profesional, y sabe....que los globos son, sólo eso, Globos. Blufh$$$$ que, o bien ...

Translate